Tidal HiFi

¿Qué pasa cuando un puñado de super estrellas del mundo de la música presentan una nueva plataforma de streaming proclamando que han dado a luz al auténtico mesías de los artistas, qué velará por los intereses de los músicos dejando a gestores, editores y demás intermediarios fuera de juego? Yo recibí la noticia con entusiasmo. Wow, pensé; si esta gente se ha involucrado tienen que haber montado algo gordo que va a marcar la diferencia. Unas horas más tarde, cuando ya llevaba un rato rascando bajo la capa de barniz y brillantina en la que se ha envuelto el lanzamiento de Tidal, mi entusiasmo se había convertido en la sensación de desidia que me acompaña habitualmente cuando se trata de hablar del negocio de la industria musical.

No es casualidad que en esta coyuntura en el que las ventas físicas de música están en declive y los formatos digitales en auge, los grandes productores de éxitos quieran un trozo más grande del pastel. Y así, Jay-Z a la cabeza junto a su mujer Beyoncé, Madonna, Rihanna, Daft Punk y Alicia Keys entre otros, con una parafernalia montada a caballo entre un after party post-oscar y la firma de una declaración de independencia, invocan puño en alto al espíritu de Jimmy Hendrix y prometen que la plataforma de la cual son todos ellos propietarios será un verdadero aliado para los músicos. Esas palabras tan hábilmente escogidas, que a priori dan a entender que la estrategia de la plataforma irá encaminada a intentar beneficiar por igual a todos los artistas y echar una mano a aquellos músicos olvidados por las editoriales que no tienen tantas posibilidades de promoción como uno de los top, se quedan totalmente vacías de contenido cuando descubres que el mensaje se construye exclusivamente sobre la base de proporcionar al público un streaming audio que tiene la misma calidad que la de las canciones que encuentras en un CD comercial. Y esa es su gran baza.

En su página web, un vídeo explica como el uso del formato Lossless FLAC (sin pérdidas) puede hacer que escuches el sonido con una dimensión nunca vista en plataformas de streaming. Y no se destaca ninguna otra virtud, probablemente porque son inexistentes. No se habla sobre cómo serán las retribuciones a los artistas que tengan sus canciones en Tidal, tampoco sobre cómo piensan defender la figura e intereses del músico. El único mensaje es: "Para que escuches la música como realmente la ha concebido el artista." Menuda patraña.

Pues sí, me sabe mal porque un servidor es un poco iluso e imaginaba que el uso de semejante eslogan implicaría, por ejemplo, tener un canal habilitado en su plataforma en el que solamente sonasen artistas independientes para facilitar la difusión de su música. Los artistas grandes ayudando a los pequeños. Sería bonito. Pero no, en lugar de eso tenemos un clon de Spotify con el mismo tipo de listas, menos canciones (25 millones vs los 30 de Spotify) y al doble de precio, disfrazado de superstar.


Tidal Home

Dejando a un lado el cabreo que me genera que nos quieran vender Tidal en nombre del beneficio de todos los artistas del mundo cuando en realidad es más de lo mismo, he querido centrar este artículo en resolver la pregunta que muchos se plantean sobre si la calidad FLAC 1411 Kbps que ofrece esta nueva plataforma es apreciable en comparación con la compresión AAC 320 Kbps que Spotify da en su versión premium y que viene costando la mitad, unos 10€ al mes. Hay quien proclama que es capaz de distinguir claramente la diferencia, otros dicen que no, pero la mayoría opinan desde un punto de vista subjetivo y sin basarse en datos contrastables. Yo voy a hablar sobre ello arrojando luz de forma objetiva sobre este debate y aportando mi punto de vista basado en datos que cualquiera puede interpretar.

La compresión de ficheros de audio

El formato mp3 se popularizó a finales de los 90 debido a que era el más óptimo para enviar audio a través de internet. El tamaño de una canción en calidad CD era demasiado grande para la velocidad de las conexiones de la época y la misma canción comprimida en mp3 a 128 Kbps ocupaba unas 11 veces menos espacio que el original. ¿Como consigue el mp3 reducir el tamaño de un archivo? Básicamente, la compresión mp3 elimina datos del archivo de audio que se consideran innecesarios para poder interpretar correctamente el sonido. La tasa de compresión puede ser variable y se mide en kilobits por segundo (Kbps). A menor velocidad de bits de compresión, más datos se eliminan del archivo con el consiguiente deterioro en la calidad de sonido. Este deterioro es muy palpable en los formatos de compresión más bajos, cualquiera con un sistema de escucha decente lo puede apreciar en velocidades de 128 Kbps, 96 e inferiores. Después del mp3 llegó su sucesor, el AAC, que hace el mismo tipo de compresión pero de manera más eficiente, obteniendo más calidad aún en los archivos comprimidos y haciendo más difícil que se pueda apreciar una pérdida de calidad. Entonces ¿Qué pasa con los 320 Kbps en AAC que ofrece Spotify? ¿Realmente se puede apreciar esa pérdida con respecto a la calidad CD?

A continuación los datos

Tras abrir una cuenta en Tidal, he escogido dos canciones para reproducirlas en sus respectivas versiones AAC (la calidad buena) y FLAC (la calidad mejor) y poderlas comparar. La plataforma da la posibilidad de seleccionar la calidad del streaming en la configuración de la cuenta. La primera canción elegida es de Luciano Pavarotti, Notte ‘e Pescatori, una canción suave con una base de orquesta sinfónica mucho rango dinámico. La segunda, All Around The World del disco Californication de Red Hot Chilli Peppers, que comúnmente se identifica como uno de los discos peor masterizados de la historia por la forma en la que se compactó el sonido, sin apenas respetar el rango dinámico. He elegido dos canciones tan distintas para de paso comprobar como afecta la compresión según el tipo de música. Mientras reproducía las canciones, he realizado grabaciones de las dos calidades y después he utilizado una herramienta llamada Audio Diffmaker que es capaz de "restarle" digitalmente un sonido a otro y obtener un tercer sonido que contiene las diferencias audibles entre los dos. Lo que puede escucharse a continuación son las dos versiones de cada canción y en tercer lugar, el resultado de restarle una versión a otra, o sea, esos datos que comentaba antes que se desechan al comprimir un archivo y que no vamos a escuchar en el archivo comprimido.




Como habrás podido comprobar, el audio eliminado del archivo comprimido apenas se aprecia. De hecho si lo estás escuchando en los altavoces de un portátil o dispositivo móvil quizá no llegues ni a escuchar lo más mínimo, lo cual ya es bastante revelador sobre el asunto.

Para tener más elementos de juicio he querido que el lector pueda hacer una comparación visual además de auditiva, para ello he utilizado una herramienta llamada espectograma que hace una especie de radiografía del sonido. Estos gráficos representan durante unos 10 segundos de reproducción de cada versión (en el eje X del gráfico), el volumen del sonido a lo largo de la escala de frecuencias que el oído humano es capaz de percibir (en el eje Y), que como sabréis va de los 20Hz a los 20KHz aprox. Más intensidad en color significa mayor volumen de sonido.


Pulsa para ampliar los gráficos.

Tal y como se puede ver, las "radiografías" de la versión FLAC y de la AAC de cada canción son prácticamente idénticas, es decir, no se aprecia una pérdida sensible de información. El tercer fragmento que es el de la diferencia entre ambas versiones, contiene muy poca información y a un volumen más bajo. En cuanto a cómo afecta la compresión según el género de la canción, no sorprende descubrir que un tema cuyo rango dinámico se ha aplastado durante la fase de masterización para maximizar el volumen general de la canción (ya hablaremos en otro artículo sobre la denominada guerra del volumen que azota la industria musical), como es el caso de All Around The World, sufre una pérdida de datos más significativa durante la compresión. Obviamente si todo suena muy alto, durante la compresión se eliminarán porciones de sonido con más volumen... ¡una desventaja más de no respetar el rango dinámico amigos!

Poniéndolo en contexto.

Hemos podido escuchar y ver cuales son las diferencias entre ambos formatos. Aunque estas diferencias existen, ¿merece la pena pagar el doble por ese pequeño aumento en la calidad? La realidad objetiva es que aunque creas que sí, estas diferencias, las porciones de sonido que se eliminan tras comprimir, están a un volumen tan bajo que normalmente se enmascaran con facilidad por otros sonidos y sólo se pueden apreciar en una situación de silencio absoluto, estando concentrado en la música que escuchas y con unos muy buenos casos o un equipo Hi-Fi/Profesional de los que cuestan muchos euros. Obviamente, la gente que escucha música en streaming rara vez se encuentra en esta situación. Aún con los mejores cascos del mercado, ya sea caminando por la calle, yendo en un autobús, o mandando correos en el entorno relativamente tranquilo de tu oficina, estas diferencias son tan sutiles que no serás capaz de apreciarlas.

Si a lo anterior le sumamos el hecho de que en un contexto de movilidad, el consumo de datos de tu smartphone o tablet se dispararía por descargar archivos FLAC que pesan 3 veces más que los de Spotify premium y 12 veces más que los de Spotify estándar, tenemos como resultado un servicio cuyo nicho de mercado quedará relegado a unos pocos audiófilos que disponen del dinero, el tiempo, el entorno y los medios necesarios para disfrutar de largas sesiones orgásmicas escuchando sus canciones favoritas con la magnífica y exclusiva calidad CD que ofrece Tidal.

Eso es lo que es la plataforma de Jay-Z y compañía y así es cómo deberían venderla, dejando en paz al colectivo de artístas y músicos cuya inmensa mayoría está más que harta de que se invoque su nombre sólo cuando hay un interés comercial detrás.

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